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¿En qué inviertes tu energía?

Esta semana pasé la marca de los 100 días de “cuarentena” y la sensación del tiempo que ha pasado es un poco extraña. Cuando comenzó el confinamiento la mayoría de nosotros no teníamos claro cuánto tiempo tendríamos que pasar en estas condiciones y sin duda el escenario de incertidumbre nos ha abrumado a todos en distintos momentos y en distintos niveles. Una de las grandes preguntas que me han invadido en estos días ha sido ¿a qué he dedicado todo este tiempo? Me ha resultado un cuestionamiento interesante, sobre todo porque algunas de mis semanas han sido extremadamente lentas y otras se me han ido como agua.

Desde el inicio del confinamiento entramos en una carrera aparente para demostrar quién podía hacer más, quien tomaba más cursos, quien aprendía más habilidades, quien leía más libros, quien hacía más ejercicio… La ilusión de la disponibilidad de tiempo nos empujó a muchos a buscar cómo ocupar nuestros días. Siempre enfatizo que hay una gran diferencia entre usar el tiempo con intención y estar ocupados. Es muy distinto llenar nuestros días con muchas cosas que hacer, a invertir nuestra energía y tiempo en aquello que vale la pena ser hecho. Por ello es importante detenernos a preguntarnos ¿en qué estamos invirtiendo nuestro tiempo y energía?, no desde una visión de mantenernos ocupados, sino bajo la lupa de saber a dónde nos está llevando eso que estamos haciendo.

En lo personal el confinamiento ha sido un buen espacio para experimentar conmigo, con las variantes relativamente controladas, es mucho más fácil entender el impacto que tienen ciertos aspectos de mi día en mí bienestar general. Una de las cosas que he descubierto es cuán importante es para mí que las actividades que hago tengan un propósito claro. Distinguir el para qué hago lo que hago, tiene un impacto directo en mi motivación para hacerlo. Me he dado cuenta, además, de que me es muy fácil distinguir aquellas actividades que me hacen sentido o están alineadas conmigo porque me llenan de energía, mientras que las que no me son congruentes me drenan y fastidian. Este descubrimiento ha sido una brújula interesante para priorizar mis actividades, porque no se trata del nivel de complejidad de la tarea sino del propósito que cumple en mi día esa actividad.  

Con nuestras rutinas alteradas y nuestros horarios cambiados puede ser complejo mantener el foco en aquello que está alineado con nosotros, sin embargo, vale la pena detenerse hacer este análisis. Lo importante es observar si aquello que hacemos nos lleva a dónde queremos o si por el contrario nos está alejando de nuestro propósito o nuestras metas. Sabemos que la cuarentena ha sido una temporada compleja porque no sólo cambió nuestra cotidianidad y nos ha rodeado de incertidumbre, sino que además ha vulnerado nuestra sensación de seguridad y eso ha tenido un impacto significativo en nuestra salud mental. Por eso considero que es aun más relevante poner atención a aquello que estamos haciendo en nuestro día a día, porque dónde ponemos nuestro tiempo y energía es lo que crece en nuestra vida.

Esas actividades que decidimos hacer son lo que convertimos en nuestras prioridades y es importante que cada una de ellas aporte de alguna manera a algo que sea relevante para nosotros, ya sea a nuestros objetivos, nuestra salud física o mental, o a nuestro cuidado personal.  Cada área de nuestra vida debería verse reflejada de alguna manera en lo que dedicamos nuestra energía, pues esa es la manera en que podemos cuidar de nosotros en todas nuestras facetas y aspectos. No se trata de abrumarse y querer hacerlo todo a la vez, si no de tener los ojos abiertos y detenernos a pensar para hacer conciencia de la manera en que usamos nuestro capital más valioso para no descuidar lo que nos es importante. Y saber que el objetivo no es juzgarnos si por alguna razón no estamos invirtiendo ese tiempo y energía en aquello que suma a nuestra vida, sino de reajustar el rumbo sabiendo que nosotros tenemos el control sobre nosotros mismos.  

Y tú ¿En qué estás invirtiendo tu tiempo y energía?

Gracias por leerme, hasta la próxima semana.

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