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Seguir tu propio camino requiere valentía

Hace unos días, estaba conversando con algunos amigos sobre lo difícil que es encontrar un trabajo de la carrera que estudiaste y dedicarte a las cosas que realmente te apasionan. Sin duda hay disciplinas que se caracterizan por tener pocas opciones de trabajo formal una vez que sales de la universidad, y no niego en absoluto que en este país hay grandes dificultades para el acceso al empleo. Pero también soy alguien muy optimista, siempre lo he sido, tiendo a pensar siempre en los mejores escenarios, aunque no siempre resulten así, y por ello me llamó mucho la atención el gran pesimismo y resignación que hubo en toda la conversación, y más aún, cuando las conclusiones terminaron siendo la declaración de que era imposible para ellos hacer algo de su carrera y habían decidido finalmente abandonar. Escucharlos me entristeció porque el dolor de su decisión era tangible, y era obvio que sus carreras eran importantes para ellos y que era algo que les apasionaba.

Cuando decidí estudiar pedagogía, más de uno declaró que me moriría de hambre, al ser una carrera de humanidades, en México las opciones laborales con una buena paga no suelen ser muchas, y siempre obtenía comentarios que auguraban que no podría hacer mucho con esa carrera, que me convenía más una ingeniería. Por fortuna, mis padres siempre apoyaron mi decisión y siempre me empujaron a elegir pensando en aquello que me hiciera feliz, no en cuanto dinero podría ganar. Además, yo estaba convencida de que esas malas predicciones no tenían por qué ser ciertas, así que esos comentarios fueron descartados casi de inmediato.

Antes de salir de la carrera comencé a trabajar con una Asociación Civil que trabaja con centros comunitarios, y desde ahí mi camino profesional ha sido poco ortodoxo para la disciplina. En algún punto descubrí que no me veía trabajando en una oficina o en una escuela de manera fija, que me gustaba trabajar con proyectos diferentes y que ante todo quería tener control total de mi tiempo. Una vez que esas ideas quedaron claras en mi cabeza, no ha habido nada que me haga cambiar de opinión, y desde ese punto, admito, muchas cosas se complicaron. Tener esa visión para mi desarrollo profesional ha significado muchos momentos de dudas, muchas frustraciones, muchas lágrimas, muchos desánimos, e incluso momentos en que no sé cómo voy a pagar las cuentas, que me han llevado a que en más de una ocasión sienta que estoy tomando la decisión equivocada. Sin embargo, sé lo que me hace feliz, sé lo que hace que me sienta satisfecha y confiar en eso requiere de toda mi valentía para seguir defendiendo mi manera de hacer aquello que amo hacer, y asumir los retos que eso implica.

Por ello, no creo que sea necesario resignarse y abandonar lo que quieres, es cierto que a veces el camino original no funciona, pero hay más de una forma de llegar a la meta y el camino puede sorprenderte. A veces tenemos que ser valientes y hacer las cosas que no queremos hacer, pero que sabemos que debemos hacer para estar donde queremos estar. A veces hay que ser valientes para enfrentar creencias del pasado que nos limitan. Hay momentos en que necesitamos toda la valentía para crecer, aunque el proceso duela. Y sobre todo necesitamos ser valientes para actuar, aunque estemos paralizados por el miedo y la incertidumbre, o parezca que las circunstancias están en contra.

Hay muchas cosas que aun me cuestan trabajo, y definitivamente aun no tengo todo resuelto, pero me siento satisfecha de ser totalmente leal a mi brújula interna, y agradezco que mis condiciones personales me permitan tomar los riesgos que he tomado. No digo que elegir un camino diferente sea siempre fácil, pero sí creo que siempre vale la pena. Cuando encuentras eso que te apasiona, que hace tus ojos brillen y que te hace sentir que te expandes, necesitas defenderlo, porque encontrar esa sensación no es fácil y al final de cuentas tus sueños están ahí por una razón. Pero sobre todo eres tú quien tendrá que levantarse todos los días y asumir la vida que construyas, que sea una vida de la que te puedas sentir orgulloso y te haga realmente feliz.

Gracias por leerme, hasta la próxima semana