Mi padre es un hombre de rutinas, siempre lo ha sido desde que yo tengo memoria. Los hábitos que sigue con diligencia todos los días están tan alineados con él que son técnicamente parte de su personalidad. Por ejemplo, todas las mañanas se levanta y prende el radio para escuchar las noticias, hace su café y se sienta a planear sus pendientes del día antes de arreglarse para salir al trabajo. Su primera actividad una vez fuera de casa es conseguir el periódico que leerá a detenimiento en el camino. Estos hábitos están tan arraigados en él que todo quien le conoce sabe que para las ocho de la mañana ya es posible preguntarle su opinión sobre los últimos acontecimientos. Lo más interesante es que cada uno de sus hábitos sostiene de manera directa aquellas cosas que le son importantes, como estar bien informado, y constituyen su estilo de vida.
Por definición una rutina es una serie de hábitos ligados entre sí de forma tal que se facilita su ejecución. Una buena rutina puede convertirse en un ritual que te permite entrar en un estado mental adecuado para un momento del día, como antes de irte a dormir, o anticiparte para una actividad específica, como hacer ejercicio. Las rutinas pueden ayudarte a fortalecer tu constancia y tu disciplina pues conforman una manera facilitar como mantienes tus hábitos. Todos tenemos rutinas establecidas, lo importante es qué tan consciente estamos de ellas, sobre todo hay que observar que clase de vida están construyendo y si están aportando a aquello que nosotros queremos o si por el contrario nos están alejando del camino.
Para muchos la palabra rutina tiene connotaciones negativas, la relacionan con la idea de aburrimiento y estancamiento. Sin embargo, una rutina no necesariamente tiene que ser un lastre por el contrario puede ser muy útil para permitirte lograr objetivos personales. La clave es tener muy claro que cosas importantes para ti está apoyando esa rutina y como te lleva a construir el tipo de vida que deseas. Es importantes apuntar que una rutina no es inamovible, y puede modificarse o eliminarse conforme cumple sus objetivos o conforme cambian nuestras prioridades. Lo importante es estar conscientes de ellas, seguirán siendo válidas en la medida en que aporten positivamente a tu vida, cuando esto no suceda habrá que evaluarlas y reestructurarlas conforme sea necesario.
Construir una rutina no tiene por qué ser tan complicado, lo más recomendable es primero considerar qué objetivo o meta quieres apoyar con esa rutina, en función de ello seleccionar los hábitos que te gustaría integrar y escoger por dónde deseas comenzar. Una vez que esto está claro, puede iniciar ligando ese primer hábito a uno que ya tengas bien establecido, como lavarte los dientes, por ejemplo. Esto facilitará la forma en qué comiences a hacer esa nueva cadena de hábitos. Puedes empezar un hábito a la vez e ir integrando uno a uno conforme los vas consolidando, o si lo prefieres puede probar integrar la cadena completa de hábitos. Iniciar poco a poco o intentar hacer un cambio más radical dependerá de como te sientes normalmente con el cambio y cual de los dos escenarios te motiva más. Para ello necesitas conocerte, te apoyar pensando en cambios que has hecho en el pasado y cuales fueron las cosas que te ayudaron a lograrlos.
Las rutinas pueden ser buenos anclajes para lograr objetivos, todo depende cómo las utilices y que tan consciente eres de la forma en que las construyes. Cuando una rutina apoya lo que es importante para ti y la vida que quieres construir se convierte en tu aliada para lograr cambios positivos. Por el contrario, si una serie de hábitos tienden a alejarte de tus metas o te dificulta el camino es un buen momento para observarlas y modificarlas.
Gracias por leerme, hasta la próxima semana