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Gestionar el tiempo no es igual a ser productivo

En los últimos días he estado leyendo mucho sobre administración del tiempo y me ha llamado la atención que la mayoría de los consejos o metodologías están basadas en una visión de la gestión del tiempo sólo como una herramienta para mejorar tu eficiencia y trabajar de manera más efectiva, sobre todo en lo profesional. Me llama la atención porque en lo personal siempre he creído que el objetivo de administrar el tiempo no es simplemente ser productivo o estar ocupado, sino que es utilizar el tiempo con intención e invertirlo en aquello que realmente nos importa y que nos acerca a construir la vida que queremos.

Cuando mantenemos la idea de administrar el tiempo sólo por ser eficientes, perdemos de vista que no se trata sólo de llenar tu día de actividades que te hagan productivo, o de vivir contando los minutos y los segundos, sino de llenar tus días de sentido y propósito. Nuestro tiempo es a final de cuentas nuestra propia vida, y si tenemos eso en cuenta difícilmente querremos desperdiciarlo en cosas que no aporten a nuestro bienestar. Sin embargo, solemos subestimar mucho la intencionalidad con la que utilizamos nuestro tiempo, y en consecuencia no siempre lo usamos de la mejor manera.

Si somos realistas sabemos que no podemos hacer que todas las actividades que realizamos durante el día sean significativas, nada puede salvarnos del tiempo de espera en el banco o las horas invertidas en trasladarnos. Sin embargo, sí podemos hacer de nuestro un tiempo un recurso que facilite esos momentos y actividades significativas y que nos permita involucrarnos es las cosas que son relevantes para nosotros. Pero para ello es necesario entender con claridad cuáles son nuestras prioridades, pues es a partir de ellas que podemos definir el objetivo que buscamos con nuestra gestión del tiempo, la mejor administración será siempre aquella que nos acerca más a esa meta. Es por esto, que, a mi parecer, no existe una sola manera de administrar el tiempo y la base de toda buena gestión depende ante todo de nuestro autoconocimiento, pues no todos buscamos los mismos objetivos e incluso estos cambian en cada etapa de nuestra vida. No es el mismo uso que hacemos del tiempo cuando estamos en la escuela, que cuando se tiene una familia. Las prioridades cambian y con ellas cambia el tiempo que invertimos en ciertas actividades y la manera en que lo gestionamos.

Es importante recordar que el uso que hacemos del tiempo es un decisión que tomamos todos los días, y podemos hacerlo de manera tan consciente o inconsciente como queramos. En todo momento nosotros elegimos que cosas tienen la suficiente importancia para dedicarles nuestro tiempo y que cosas no. La clave es hacer estas decisiones alineados con nuestras metas personales y sobre todo con nuestras prioridades en la vida, se trata de usar el tiempo con propósito y hacer que éste aporte bienestar a nuestra vida y no al revés. Por ello la gestión del tiempo es totalmente personal, se trata de buscar actividades que adquieran sentido para nosotros y que hagan que nuestro día a día sea valioso y no sólo eficiente.

Cuando gestionamos nuestro tiempo con el único objetivo de ser productivos, es muy fácil olvidar para qué estamos haciendo las actividades que llenan nuestros días y al no tener claridad en los propósitos hay un riesgo enorme en estar muy ocupados, pero no necesariamente invirtiendo en nuestro bienestar o aportando a nuestro plan de vida. El reloj a final de cuentas es un aliado en la medida en que llenamos de significado el paso del tiempo y de eso se trata administrar nuestro tiempo: de lograr nuestras metas, cuidar de aquello que nos importa y dedicarnos a las actividades que realmente son importantes para nosotros

Gracias por leerme, hasta la próxima semana.