Hace unos cuantos días rescatamos un pequeño gatito de la calle, estaba asustado y sucio debajo de un auto, y cómo era de esperarse terminó en nuestra casa. Nosotros tenemos ya dos gatos adultos y si alguna vez han tenido gatos sabrán que no son muy buenos para socializar y les toma un tiempo aceptar a un nuevo miembro en su espacio. Pero una vez pasadas las revisiones del veterinario, eliminadas las pulgas y superada la prueba del baño, llegó el momento de que el que el pequeñín conociera a los dueños de la casa. Se habían olido ya a través de la puerta del estudio dónde él había pasado los últimos días, y se habían echado un par de ojeadas mientras se abría y cerraba la puerta. Sin embargo, los primeros encuentros no fueron muy buenos, enseñar los dientes y bufar era la orden del día.
Lo que llamó mi atención es que mientras los grandes pronto entendieron que ni la comida, ni los mimos corrían el riesgo de escasear, el pequeñín insistía en mostrar los dientes cada vez que podía, para él los dos gatos de la casa eran un peligro potencial. Con el tiempo, Kuro, mi gato negro de dos años y medio, sólo se ocupó de dejar claro su posición del rey de la casa y pronto le dio poca importancia a la estancia del pequeñín. Mientras tanto Gin insistió en ir tras de él, deben saber que Gin es un gato de 9 meses extremadamente juguetón que gusta de perseguir a su hermano por toda la casa. Este juego de atrapadas pareció no ser en absoluto divertido para el nuevo inquilino. Así que mientras más corría Gin tras de él, más se asustaba el pequeñín. Para mí era obvio que Gin sólo quería jugar, pero para él evidentemente no lo era. Tras muchos intentos fallidos Gin desistió de hacer un nuevo compañero de juegos y por ahora se miran con sigilo el uno al otro desde las dos esquinas de la sala.
Observar a mis gatos adaptarse a una nueva compañía y ver cómo la diferencia de percepción los hace privarse de horas de juegos gatunos me ha hecho preguntarme ¿cuántas veces no nos sucede lo mismo? ¿Cuántas veces asumimos una situación cómo un conflicto sin entender realmente las intenciones del otro? Después de todo un conflicto es sólo una diferencia de percepciones, en la que dos o más personas asumen que sus intereses, objetivos, necesidades, etc. son diferentes e incompatibles. De esta forma el conflicto no existe en lo material, sino en el mundo de las percepciones o ideas, está en lo que pensamos sobre la situación y cómo la interpretamos.
Creo que el aspecto más importante del conflicto es entender que es inevitable, ser seres distintos nos hace necesariamente tener percepciones diferentes. Es inherente a la convivencia humana y puede ser la llave para el entendimiento o el origen de muchas complicaciones. Culturalmente solemos ver conflicto como algo que debe ser evitado, cómo algo “malo”, sin embargo, entenderlo cómo parte de las relaciones humanas nos ayuda a construir vínculos más sólidos y sobre todo a mejorar nuestras habilidades para resolver los desacuerdos; y, en consecuencia, generar cultura de paz.
Un aspecto que vale la pena contemplar es que cada vez que surge un conflicto se encuentran necesariamente dos elementos en juego: por un lado, aquello que estoy negociando y por otro la relación que tengo con la persona con quien me encuentro en conflicto. Mi percepción y el grado de importancia que le dé a cada uno de estos elementos determinará mi postura ante el mismo. Por ejemplo, si me importa mucho la relación con la persona, pero no tanto lo que estamos negociando puedo ceder con mayor facilidad, mientras que si me importa mucho lo que negociamos y la relación no tanto la tendencia es a imponer.
Cambiar nuestro enfoque respecto al conflicto inicia con asumirlo como algo que naturalmente sucede por convivir con otros, sin negarlo podemos empezar a observar lo que estamos percibiendo y lo que percibe el otro, para esto sirve cuestionarse ¿Qué no estoy viendo? ¿Estoy tendiendo la versión completa? ¿Cómo lo está viendo la otra persona? Partiendo de esto podemos iniciar un proceso de negociación en el que podamos agregar valor a los dos partes.
Por ahora, me temo que no puedo sentar a los gatos a tener una charla sobre la diferencia de sus intereses. Confío en que eventualmente el pequeño rescatado logre entender el entusiasmo de Gin, y él por su parte aprenda a contenerse un poco, pero los mantendré informados.
Hasta la próxima semana n_n
Actualización: Nuestro pequeño rescatado encontró una familia amorosa y un hogar dónde tiene una hermana gatuna y dos hermanos perrunos 😀