Cuando comencé a leer sobre la Dignidad Humana me pareció un concepto abrumador. Reconocer que cada individuo tiene un el “valor intrínseco absoluto” por su condición de ser humano implica no dar cabida a ningún tipo de discriminación, de violencia, de exclusión, de intolerancia. Implica una garantía de trabajar por la paz y el bienestar de cada individuo en el planeta. Sin embargo, aunque la Dignidad Humana es reconocida como un factor rector para las relaciones humanas, conforme me adentré al tema me di cuenta de que no es un concepto muy fácil de definir, y siempre me hace recordar uno de los diálogos de Platón (1975) sobre la virtud.
En este diálogo Socrates y Menón, tienen una discusión sobre la naturaleza de la virtud. Se cuestionan, si la virtud puede o no ser enseñada y cómo debería hacerse. Sin embargo, tal discusión lleva a plantear una problemática previa: ¿Qué es en realidad la virtud? El dialogo cuestiona si la virtud es distinta para cada individuo o si hay algo que es absoluto para todos, si hay una virtud o se trata de muchas virtudes. Al final, el concepto de virtud parece escaparse, pues aparenta abarcar mucho y ser tan ampliamente reconocida que se convierte en algo desconocido en su esencia. Lo mismo sucede con el concepto de lo humano y de la dignidad humana, no hay un concepto acabado al respecto. No obstante, existe acuerdo en la necesidad de su universalidad, tanto que se asume como un atributo importante alrededor del cual se han desarrollado leyes y tratados en miras de garantizarla de manera que funciona como el fundamento de los Derechos Humanos.
El preámbulo de La Declaración Universal de Derechos Humanos promulgada por la Organización de Naciones Unidas en 1945, inicia diciendo:
“Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana” (ONU, 1945, p.1)
Es decir, se reconoce que todos los seres humanos, todos aquellos pertenecientes a la familia humana, poseen una dignidad intrínseca que les brinda igualdad de derechos y por consiguiente hace aplicable lo estipulado en cada uno de los artículos de La Declaración. De esta forma, la Dignidad Humana aparece como una garantía de objetividad en el trato con los individuos, es decir aquello que garantiza el trato igualitario a todos, sin importar ninguna de sus condiciones.
En este sentido, se vislumbran dos dimensiones importantes respecto a lo humano, como señala Savater en su libro Humanismo impenitente, la humanidad como condición íntegra del ser humano requiere de un marco humano para manifestarse, es decir, que los humanos adquieren su humanidad en lo social, al contacto con otros seres humanos. De esta forma Savater explica, citando a Kant y Jasper, la construcción social de lo humano como…
“…ese elemento personal que se impone y que ya no abandona al hombre, incluso si todos sus restantes dones físicos y espirituales sucumben a los estragos del tiempo. La humanidad nunca se adquiere en la soledad; jamás resulta tampoco de una obra entregada al público. Sólo puede alcanzarla quien expone su vida y su persona a los riesgos de la vida pública […]. De este modo los riesgos de la vida pública, en los que la humanitas es adquirida, se convierten en un don de la humanidad.” (Savater, 1990, p. 22).
Lo mismo sucede con la dignidad humana, que se entiende entonces como la combinación de los factores internos y las actitudes externas del ser humano y que se manifiesta desde dos dimensiones básicas. Por un lado, se encuentra dentro de lo individual, es decir, desde la subjetividad; por otra parte, desde una dimensión social, pues establece la ética pública laica, que organiza la sociedad en instituciones que garanticen sus derechos. Desde lo subjetivo permite a los individuos desarrollar la capacidad personal de pensar y expresarse libremente, crear y desplegar su imaginación con autonomía, comunicarse y hablar libremente; y desde lo social garantiza las condiciones para que se pueda vivir en sociedad. Por lo anterior, la noción de dignidad humana se basa en el ejercicio de la libertad y la capacidad individual de decidir, dentro de un grupo o sociedad, en el cual todos los sujetos gozan de la calidad de iguales.
Es importante señalar que no importa que tan bajo caiga una persona su Dignidad Humana se mantiene intacta. Sin embargo, requiere de condiciones externas, es decir de lo social, para ejercerla y vivir en contextos que la garanticen. Un ejemplo de esto son las personas en condición de calle, quienes poseen su Dignidad Humana pero no viven en circunstancias que les permitan su ejercicio pleno. De esta forma la Dignidad Humana es la característica que nos distingue como miembros de la comunidad humana y que no importando nada siempre nos pertenece.
A su vez, su ejercicio pleno, permite que los individuos desarrollen libremente sus habilidades y potencialidades. Por ello, las sociedades deben garantizarle a cada uno y todos sus integrantes, la posibilidad de decidir su desenvolvimiento individual en pro de su perfeccionamiento, el de su entorno y el de sus semejantes. La Dignidad Humana nos permite saber que todo hombre o mujer es igual a otro, tiene el mismo valor y la misma importancia. Es el factor que nos permite creer en la perfectibilidad de los sujetos, en la posibilidad de que la educación pueda potenciar todas las destrezas que cada persona posee por ser un ser humano, viendo a cada individuo como un potencial. Aceptar la dignidad es aceptar que todos tenemos diferencias, pero reconociendo que cada una de esas diferencias no es ni superior ni inferior de otra, sólo distinta; y que sólo a partir de todas ellas se puede llegar a explotar todo el potencial de un grupo o sociedad.
Cabe señalar que la Dignidad Humana, al igual que cualquier obra humana, es un concepto en construcción, y como tal tiene un valor histórico e inacabado. Los avances tecnológicos han venido a plantear nuevos retos para dicha construcción del concepto. Sin embargo, el reto sigue siendo el mismo: garantizar de toda la familia humana pueda ejercer su Dignidad Humana y desarrollar su potencial en plenitud.
Muchas gracias por leerme. Hasta la próxima semana! 🙂
Referencias:
- Platón (1975) Dialogos
- Savater, Fernando (1990) Humanismo impenitente España: Anagrama
- • ONU (1945) Declaración Universal de los Derechos Humano